Miro atrás y me recuerdo de niña en una casa sin libros. «Algunos sí había ―me podría decir mi padre―». Sí, claro, sus novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, ¡cómo olvidarlas! Esos pequeños ejemplares de historias de indios y vaqueros que aparecían por los sitios más insospechados de la casa ―en la alacena, en el cajón …
